Desde el año pasado, numerosos representantes de la industria del cannabis medicinal vienen señalando que exportar flor representa una oportunidad comercial para Colombia. El gobierno por su parte, se ha mostrado receptivo ante las solicitudes de los líderes gremiales pero no ha tomado ninguna decisión. Al parecer, la emergencia económica causada por el coronavirus y los recientes avances regulatorios en otros países han impulsado al poder ejecutivo a considerar seriamente la exportación de flor. A continuación resumimos los principales argumentos a favor y en contra de esta iniciativa, los avances regulatorios de algunos competidores y sugerimos algunos elementos para el desarrollo de una estrategia para la industria colombiana.
La flor seca y molida, empacada y debidamente caracterizada, constituye el 74% del mercado canadiense de productos a base de cannabis y más del 60% del mercado mundial. Como han señalado los empresarios del sector desde 2017, Colombia cuenta con ventajas para producir flor de calidad a bajo costo. La flor es un producto fácil de monitorear y seguro para el consumidor. Numerosas compañías colombianas cuentan con existencias importantes y gran capacidad de producción. Adicionalmente, la industria nacional tiene problemas de flujo de caja. Sin duda, las dificultades financieras obedecen a errores en la ejecución, falta de experiencia y en algunos casos a falsas expectativas. La evidencia sugiere que la industria colombiana podría resolver sus problemas de caja y generar ingresos importantes, si se reglamenta oportunamente la exportación de flor seca.
Por su parte, las dos grandes empresas que se oponen a la iniciativa aseguran que la exportación de flor debilitará la industria en el largo plazo. Utilizando el ejemplo del café, los voceros de estas empresas señalan que exportar materia prima no favorece la creación de valor ni el desarrollo de una industria próspera. Sin embargo, los detractores han tenido dificultades para articular una visión alternativa que permita fortalecer la cadena productiva. Parece difícil que la industria colombiana se enfoque casi exclusivamente en la producción de extractos de grado farmacéutico. Por esta razón, de acuerdo con el comunicado de prensa enviado al gobierno en días pasados, la gran mayoría de las empresas apoyan la exportación de flor seca.
En resumen, exportar flor seca le permitirá a las empresas de cannabis acceder a un mercado en crecimiento y generar ingresos en el corto plazo. Posteriormente, la industria nacional del cannabis deberá continuar ascendiendo en la cadena de valor y desarrollando productos cosméticos, medicinales y de consumo masivo. Este es el escenario ideal para la industria colombiana.
Mientras en Colombia se prolongan los debates regulatorios, la industria del Cannabis avanza en otros países de la región. En Uruguay, entre 2019 y 2020, los esfuerzos coordinados entre el estado y el sector privado permitieron exportar flor de cannabis por un valor aproximado de 9 millones $USD para el mercado europeo y atender 54,000 usuarios en dispensarios locales. Por su parte, Ecuador y Paraguay reconocieron el potencial del cannabis y desarrollaron un marco regulatorio versátil que permite la exportación de flor de cannabidiol (CBD) con mínimas restricciones. Por tanto, la industria nacional debe estrechar lazos con el gobierno y anticiparse a las exportaciones de los países competidores.
Asimismo, la industria colombiana requiere una estrategia que refleje los intereses de todos los actores de la cadena productiva. Como mínimo, la estrategia debe incluir los siguientes elementos. Primero, promover activamente la creación de un mercado colombiano de cosméticos, fórmulas magistrales y fitomedicamentos. Dado que todos los mercados maduros de cannabis comenzaron como mercados locales cuidadosamente vigilados, Colombia podría emular algunos de los modelos de mercados como Uruguay o Canadá.
Segundo, es prioritario simplificar los procesos administrativos ante el Fondo Nacional de Estupefacientes y el Invima. Las solicitudes de cupos, las visitas y los procesos ante Invima siguen siendo muy lentos. Los dirigentes gremiales vienen buscando soluciones a estos obstáculos regulatorios desde 2019 pero no han tenido éxito.
Tercero, se requiere facilitar el acceso a servicios financieros. Aunque, la reciente declaración del Cannabis como proyecto de interés estratégico y nacional (PINE) probablemente facilite la apertura de cuentas bancarias con el Banco Agrario.
Por último, el sector necesita un liderazgo político comprometido y muy bien informado. La industria del cannabis no debe ser vista como un negocio financiero ni como un riesgo electoral. Por el contrario, tanto los datos empíricos como las tendencias económicas indican que el cannabis traerá beneficios notables en salud pública, seguridad, desarrollo y emprendimiento. Como observamos en Estados Unidos en las pasadas elecciones, la regulación del cannabis es de interés público y no se puede circunscribir a ninguna ideología política. Para promover el sector será importante contar con el apoyo de líderes reconocidos. Quizás el ex-ministro Juan Carlos Echeverry o el ministro de comercio, Jose Manuel Restrepo puedan apoyar el sector del cannabis medicinal para que se consolide durante 2021.