¿Te imaginas como sería tu vida si tuvieras el mismo apellido que un célebre narcotraficante? Imagínate que cada vez que solicitaras un trámite, sacaran a relucir a tu pariente y te hicieran la vida de cuadritos. No importa que seas un ciudadano productivo, que pagas tus impuestos y creas fuentes de trabajo. No, los juzgan a los dos en conjunto. -¡Es que somos personas diferentes!- exclamarías. Ah, lo sentimos, pero ambos llevan el mismo apellido: cannabis sativa.
En estos días en México en el Congreso de la Unión ha estado en discusión la Ley de Regulación del Cannabis para uso adulto. Todo apuntaba a que, por fin, después de tantos años, este 30 de abril iba a ser aprobada, pero por cuarta vez consecutiva se pospuso una vez más. Ciertamente es un tema complicado con varias aristas y conflictos de intereses creados de mucho dinero. Es un tema con una carga emocional tanto positiva como negativa muy fuerte, repleta de tabués, noticias falsas, malos entendidos y relaciones públicas perjudiciales.
Por eso es comprensible que los legisladores no se arriesguen a trabajar al respecto con ese “toro bravo”, y menos en vísperas de elecciones en un país donde un alto porcentaje de la población es conservadora, y que ha sufrido por décadas y como ningún otro los embates de la guerra internacional contra las drogas.
Desafortunadamente, en las iniciativas de ley sobre el cannabis se ha incluido también al “primo buena gente”. Me refiero al cáñamo industrial, una verdadera maravilla de la naturaleza que no contiene THC, la sustancia psicoactiva por la cual es famoso su pariente, la marihuana.
Se requeriría de una enciclopedia para enumerar todas las bondades que ofrece el cultivo y la industrialización del cáñamo, también conocido como hemp. La planta de cáñamo es alta, delgada y produce la mejor fibra vegetal que existe y de la que se pueden obtener miles de productos y derivados diferentes.
Por ejemplo, de sus semillas se obtiene un aceite comestible rico en ácidos omega 3 y de los residuos del procesamiento queda una harina con proteína para alimentar pollos. Más aun, dicho aceite es un biocombustible verde que puede ser transformado en polímeros para obtener plásticos biodegradables que no contaminan los océanos.
Con las fuertes fibras de cuatro metros de largo se tejen textiles y cuerdas muy resistentes. De hecho, en el pasado su utilidad para la humanidad ha sido tan importante que, incluso, la navegación en alta mar no hubiera sido posible sin velas hechas con fibra de cáñamo.
Esta columna no da abasto para enumerar tantos beneficios que aporta la planta, que, por cierto, se cosecha en tres o cuatro meses en lugar de 10 años, así que no sería necesario talar árboles, porque se pueden obtener aglomerados que sustituyen a la madera. Y la manufactura de papel con celulosa de cáñamo no requiere del uso de ácido sulfúrico ni blanqueadores tóxicos para eliminar la lignina de la madera, lo que supone un beneficio industrial y ecológico sin precedente.
Ahora bien, el cáñamo no solo permea los sectores industriales, sino que aporta a la lucha contra el cambio climático que, hoy por hoy, es bandera de casi todas las naciones del mundo. Resulta que la planta absorbe ingentes cantidades de CO2 y mejora la calidad de los suelos ya que sus raíces profundas ayudan a romper, descontaminar y airear la tierra.
Por su parte, en cuanto al sector medicinal ¿has oído del CBD? adivina de donde viene. En México lo tenemos que traer de contrabando o importar mediante amparos porque todavía no está permitido cultivar el cáñamo industrial. Somos uno de los pocos países en el mundo donde se sigue prohibiendo y todo por culpa de su inconveniente y muy incómodo “primo”.
Finalmente, no cabe duda de que sería extraordinariamente positivo para la economía del país que los legisladores recapaciten y separen de la complicada discusión el tema del uso adulto de la marihuana del uso industrial del cáñamo. Pues está claro que son dos cosas muy diferentes que no deberían ser tratadas y agrupadas en la misma ley. Esta planta que crece de manera tan privilegiada en nuestro país privilegiado detonaría una revolución agroindustrial de primer orden al engendrar toda una nueva industria. Se crearían miles de empleos agrícolas, industriales y comerciales, en especial en las zonas rurales, y de paso mejoraríamos muchas cuestiones que hoy sacuden al país y al mundo entero.